El fascismo eterno

Coloco parte del discurso pronunciado por Umberto Eco en un congreso en la universidad de Columbia el 25 de abril de 1995, lo antecede una disertación de los fundamentos del Fascismo a lo que propone una lista, debido a que puede asumir múltiples matices.

Es posible indicar una lista de características típicas de lo que me gustaría denominar “Ur- Fascismo” o “Fascismo eterno”. Tales características no pueden quedar encuadradas en un sistema, muchas se contradicen mutuamente, y son típicas de otras formas de despotismo o fanatismo, pero basta que una de ella esté presente para coagular una nebulosa fascista.

-. La primera característica es el culto a la tradición.  El tradicionalismo es más antiguo que el fascismo… nació  en la edad helenística tardía como reacción al racionalismo griego clásico. Los pueblos de religiones diferentes… empezaron a soñar con una revelación recibida en el alba de la historia humana. Esta revelación había permanecido mucho tiempo bajo el velo de lenguas ya olvidadas. Estaba encomendada a los jeroglíficos egipcios, a las runas de los celtas, a los textos sagrados, aun desconocidos, de las religiones asiáticas.   Esta nueva cultura había de ser sincrética… una combinación de ese tipo debe tolerar las contradicciones. Todos los mensajes originales contienen un germen de sabiduría y cuando parece decir cosas diferentes o incompatibles. Lo hacen sólo porque todos aluden alegóricamente, a alguna verdad primitiva. Como consecuencia ya no puede haber avance del saber. La verdad ya ha sido anunciada de una vez por todas, y lo único que podemos hacer es seguir interpretando su oscuro mensaje. La gnosis nazi se alimentaba de elementos tradicionalistas, sincretistas, ocultos. La fuente teórica más importante de la nueva derecha italiana, Julius Evoca, mezclaba el Grial con los protocolos de los Ancianos de Sión, la alquimia con el Sacro Imperio Romano… Si curiosean ustedes en los estantes que en las librerías americanas llevan la indicación New Age, encontraran incluso a san Agustín con Stonhenge, esto es un síntoma de Ur-Fascismo.

- La acción por la acción. La acción es bella de por sí y por lo tanto, debe actuarse antes de y sin reflexión alguna. Pensar es una forma de castración. Por eso la cultura es sospechosa en la medida que se la identificaba con actitudes críticas. La sospecha hacia el mundo intelectual ha sido siempre un síntoma de Ur-Fascismo.

-. Ninguna forma de sincretismo puede aceptar el pensamiento crítico. El espíritu crítico opera distinciones y distinguir es señal de modernidad. En la cultura moderna, la comunidad científica entiende el desacuerdo como instrumento de progreso de los conocimientos. Para el Ur-Fascismo, el desacuerdo es traición.

-. El desacuerdo es además un signo de diversidad. El Ur-fascismo crece y busca el consenso explotando y exacerbando el natural miedo de la diferencia… es pues, racista por definición.

-. El Ur- Fascismo surge de la frustración individual o social. Lo cual explica por qué una de las características típicas de los fascismos históricos ha sido el llamamiento de las clases media frustradas, desazonada por alguna crisis económica o humillación política, asustada por los grupos sociales subalternos.
-. Los únicos que pueden ofrecer una identidad a la nación son los enemigos. De esta forma, en la raíz de la psicología fascista está la obsesión por el complot, posiblemente internacional. La manera más fácil para hacer que asome un complot es la xenofobia…

-Los individuos en cuanto a individuos no tienen derechos y el pueblo se concibe como una entidad monolítica que expresa la voluntad común, el líder pretende ser su intérprete. El Ur-fascismo debe oponerse a los podridos gobiernos parlamentarios.

- El Ur-fascismo habla la neolengua todos los textos escolares nazis o fascistas se basa en un léxico pobre y en una sintaxis elemental con la finalidad de limitar el razonamiento complejo y crítico pero debemos estar preparados para identificar otras formas de neolengua incluso cuando adopta la forma inocente de un Reality - show  

Eco, Umberto. Cinco escritos morales. 

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