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Mostrando las entradas de noviembre, 2009

Elogio a Santo Tomás II

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  Es necesario aclarar aquí dos cosas. En primer lugar, para la tradición aristotélica, comprender las cosas no significa estudiarlas experimentalmente: basta comprender que las cosas cuentan, la teoría pensaba el resto. Muy poco, si se quiere, pero ya un buen salto adelante respecto al universo alucinado de los siglos precedentes. En segundo lugar, si Aristóteles debía ser cristianizado, era necesario conceder más espacio a Dios, que se hallaba bastante apartado. Las cosas crecen por la fuerza interna del principio de vida que las mueve, pero será preciso admitir que, si Dios se toma en serio todo ese gran movimiento, sea capaz de pensar la piedra mientras ésta se va convirtiendo en piedra por su cuenta, y que, si decidiese interrumpir la corriente eléctrica (que Tomás denominaba «participación»), se produciría el block out cósmico. Por consiguiente, la esencia de la piedra está ya en ella y es aprehendida por nuestra mente, que es capaz de pensarla, pero existía ya en la mente de Dio

Elogio a Santo Tomás I

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       La mayor desgracia de su carrera no le acaece a Tomás de Aquino el 7 de marzo de 1274, cuando, apenas cumplidos los cuarenta y nueve años, muere en Fossanova, y los monjes no logran bajar su cuerpo por las escaleras a causa de su gordura. Ni tampoco tres años después de su muerte, cuando el arzobispo de París, Etienne Templier, emite una lista de proposiciones heréticas (doscientas diecinueve), que comprenden la mayor parte de las tesis de los averroístas, ciertas observaciones sobre el amor terrenal propuestas cien años antes por Andrés el Capellán, y otras veinte proposiciones claramente atribuibles a él, el angélico doctor Tomás, de la casa de los señores de Aquino. Porque la historia hizo rápidamente justicia a este acto represivo, y Tomás, aunque muerto, ganó su batalla, mientras que Etienne Templier terminó junto con Guillaume de Saint-Amour, el otro enemigo de Tomás, en las filas desgraciadamente eternas de los grandes restauradores, que se inician con los jueces de Sóc

Vivir

      Este post no estaba programado, solo sentí ganas de escribir lo que estoy pensando, en realidad, algo que ha estado resonando en mí hace ya un buen  tiempo. Los grandes santos y sabios lo han mencionado, han recomendado que pensemos en ello y lo tengamos  presente ( pues nunca se sabe) seguramente lo han escuchado o leído alguna vez.  No es otra cosa que la idea de vivir como si fuera el último día o el de tener siempre en mente que podemos morir en cualquier momento, se trata  de apreciar cada segundo que tenemos, lo he tratado de poner en práctica y en eso me he percatado  que hay  personas que  literalmente desperdician sus vidas, si comprendiéramos esto  de verdad, dejaríamos de hacer tantas cosas en las cuales despreciamos las oportunidades de vivir que tenemos, si  lo pudiéramos entender antes  que vengan los arrepentimientos y lo inevitable.  En  lo común pensar así nos ayudaría a trascender los problemas o incomodidades supremamente insignificantes, que a diario sufrimos