¿Educar al niño en alguna religión?

Lo que sucede con el curioso ambiente cultural que nos rodea es que abunda, no en pensamiento, sino en palabrería. Muchos saben que cierta frase debe emplearse para cierto tema; pero nunca imaginan siquiera cómo podrían aplicarla en otro asunto…. Preguntar de qué depende una razón, considerar hacia dónde conduce, meditar si existen otros casos a los cuales se aplica; todo esto parece un mundo desconocido para muchos… He aquí una frase que oí el otro día a una persona muy agradable e inteligente, y que cientos de veces he oído a cientos de personas. Una joven madre me dijo: «No quiero enseñar ninguna religión a mi hijo, no quiero influir sobre él, quiero que elija por sí mismo cuando sea mayor». Ese es un ejemplo de un argumento común que se repite con frecuencia, y que, sin embargo nunca se aplica de verdad. Por supuesto que la madre siempre influirá sobre su hijo…. La persona adulta en ningún caso puede escapar de influir sobre el niño; la madre puede educar al niño sin elegirle una religión, pero no sin elegirle el medio ambiente. Si ella opta por dejar a un lado la religión, está escogiendo ya el medio ambiente, además un medio ambiente funesto y contranatural. Para que su hijo no sufra la influencia de supersticiones y tradiciones sociales, la madre tendrá que aislar a su hijo en una isla desierta y allí educarlo. No obstante está escogiendo la isla, el lago y la soledad; y es tan responsable por obrar así como si hubiese escogido la secta de los mennonitas o la teología de los mormones.



La gente que repite esta fraseología no la piensa dos minutos. No intenta unir sus palabras con una razón, con una filosofía. Han oído ese argumento aplicado a la religión y nunca piensan en aplicarlo a otra cosa fuera de ella. Nunca piensan en extraer esas diez o doce palabras de su contexto convencional y tratar de aplicarlas a otro contexto. Han oído a personas que se resisten a educar a los hijos aun en su propia religión. Igualmente podría haber personas que se resistieran en educar a los hijos en su propia civilización. Si el niño cuando sea mayor puede preferir otro credo, igualmente puede preferir otra cultura.



Puede molestarse por no haber sido educado como un sueco burgués, puede lamentar haber sido educado como un caballero inglés y no como un árabe salvaje del desierto. Puede (con la ayuda de una buena educación geográfica), mientras examina al mundo desde China al Perú, sentir envidia por la dignidad del código de Confucio o llorar sobre las ruinas de la gran civilización azteca. Pero, evidentemente, alguien ha tenido que educarlo para llegar a ese estado de lamentar tal o cual cosa; y la responsabilidad mas grave de todas es tal vez la de no guiar al niño hacía ningún fin.



Me gustaría hacer una acotación, Chesterton escribe dentro de la sociedad inglesa de los siglos XIX – XX



Gilbert K. Chesterton. Razones para la fe. Editorial Styria 2008

Comentarios

Leerte y debatir contigo es un vicio vale! XD Es realmente imposible no influir en los hijos ya que, por naturaleza ellos tienden a imitarnos y eso ya es una influencia. Lo que es posible es no imponer patrones a la fuerza y enseñarlos a evaluar las opciones presentes con sensatez. Siempre les vamos a dar como primera opción la que escogimos nosotros como opción de vida porque educamos en base a nuestra propia educación y,como bien dices al final, lo grave sería no guiarlos hacia nada!
Yasser dijo…
Si te fijas, no se crítica imponer patrones a la fuerza sino más bien lo contrario. Pero es oportuno lo que dices.

Gracias por comentar!

Entradas más populares de este blog

Con el pelo rojo de una niña

El ("¡YO!") universal...

Aproximación al tomismo I