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Unas palabras sobre las alabanzas

¿Qué queremos decir cuando nos referimos a una pintura como “admirable”? evidentemente, no queremos decir que es admirada (aunque puede serlo), ya que miles de personas admiran obras malas y las buenas se pueden ignorar. Tampoco que merezca admiración en el sentido en el que un candidato merece una calificación alta por parte de los examinadores, pues no se comete una injusticia con un ser humano si no se le da un premio. El sentido en el que la obra “merece” o “reclama” admiración es más bien este: la admiración es la respuesta correcta o apropiada a ella; y que sino la admiramos, será que somos tontos, insensibles y grandes perdedores, pues nos habremos perdido de algo de valor. En ese sentido se puede decir de muchos objetos, tanto en la naturaleza como en el arte, que merecen, son dignos de, o reclaman admiración. (…) (…) nunca había advertido que todo placer deriva espontáneamente en alabanzas hasta que (a veces incluso) la timidez o el miedo a aburrir a otros nos hace reprimirla...

Simplicidad

"¿Por qué asumimos que lo sencillo es bueno? Porque con los productos físicos tenemos que sentir que podemos dominarlos. Si consigues imponer el orden dentro de la complejidad, encuentras la forma de que el producto se rinda ante ti. La sencillez no es simplemente un estilo visual. No es solo el minimalismo o la ausencia de desorden. Es un concepto que requiere sumergirse en las profundidades de la complejidad. Para conseguir una auténtica simplicidad, hace falta llegar hasta lo más hondo. Por ejemplo, para que algo no lleve tornillos, a lo mejor necesitas un producto muy enrevesado y complejo. La mejor forma de enfrentarse a ello es profundizar más en la simplicidad, comprender todos los aspectos del producto y de su fabricación. Tienes que entender en profundidad la esencia de un producto para poder deshacerte de todos los elementos que no son esenciales." — Jonathan Ive en Steve Jobs. La biografía (Walter Isaacson)

Espacios privados

    La sociedad masiva, estandarizada y metropolitana, donde el gusto se homogeniza al punto de universalizarse, dispone de su correspondiente teoría urbana que rinde culto al espacio público, convertido en plazas y bulevares, de grandes y variadas expresiones de lugares donde la multitud celebra su existencia en el acto colectivo del encuentro casual, la comunicación, el intercambio y otras manifestaciones sociales sobre las cuales dan cuentas los sociólogos, urbanistas, antropólogos y otras ramas del conocimiento humano. El individuo, como ser social, se expone públicamente ante los ojos de todos y puede disfrutar del espectáculo privado de mirar a cualquiera y reflexionar, a la vez que es observado.     El espacio público es un gigantesco escenario del espectáculo social, y el espacio mitificado del ocio, del tiempo libre, es el lugar donde la gente camina, disfruta de la libertad y usufructa el bien común. Hoy es el argumento compensador para la ciudad con...

No creo en nadien

Hay personas que viven en una pelea constante contra la vida, el mundo o la gente. Una de las razones del por qué son así es que tal vez no le ha tocado una vida fácil, y por eso viven en una desconfianza, un reproche o un rencor. Un rencor que es infundado porque parte de la base : lo que me toca vivir, ha sido por culpa de otras personas, sus vidas son así porque tal o cual persona hizo o no hizo. Lo que a mi me parece una tonta excusa para no asumir ninguna decisión, conformarse y no cambiar sus vidas, el rencor es la peor parte, porque nada mas están esperando el momento para el desquite, como aquel que no ha tenido mucho en la vida y dice: ya verán cuando tenga dinero. La expresión nace de las ganar de desquitarse con el mundo o de quienes sean los culpables de su supuesta forma de ser o estar. Sé que algunas veces la vida es difícil, pero esa actitud de “no creo en nadien”, no la hará más fácil, tal vez la empeore.

E-books

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   Los llamados e-books como artefacto tecnológico propio de esta era informática permiten almacenar un gran volumen de información en un espacio muy pequeño, puedo tener casi mil libros o más en un aparato (para que se hagan una idea) que no mide, ni pesa, más que un libro de bolsillo de unas 300 páginas 1 . Su pantalla es lo novedoso del asunto ya que no funciona como la pantalla que tienen en frente, es decir, como la de una computadora o celular, sino que funciona con una tinta electrónica que hace que las palabras se vean prácticamente igual a un libro impreso. El beneficio y las comodidades que representa sobra decirlas, en estos libros como en los físicos, también podemos hacer notas y subrayados, incluso compartirlas en Internet, hacer búsquedas de algún texto por toda tu biblioteca rápidamente. Algo que suele pasarme con el libro tradicional, es que cuando quiero buscar algún fragmento de un texto y no recuerdo exactamente en qué libro o página lo leí, porque cuan...

La mentira del éxito II/II

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    Cogiendo un ejemplar de una revista de amplia circulación, me encuentro con un ejemplo raro y divertido. Es un artículo titulado “El instinto que enriquece a la gente”, en su primera página hay un retrato enorme de Lord Rothschild. Hay muchos métodos concretos, honrados y fraudulentos, de amasar una fortuna. El único instinto que conozco que haga esto, es el instinto que la teología cristiana llama, con tanta ordinariez, “el pecado de avaricia” Lo que, por supuesto, queda al margen de la cuestión que nos  ocupa. Citaré un párrafo, una muestra exquisita del típico consejo sobre la manera de triunfar.  Es tan práctico que apenas deja lugar a la duda sobre cuál debe ser el siguiente paso. El apellido Vanderbilt es sinónimo de riqueza amasada por empresas modernas. Cornelio, el fundador del clan, fue el primer gran magnate americano del comercio. Empezó en la vida como el hijo de un granjero pobre, terminó siendo veinte veces millonario.  Suyo era el insti...

La mentira del éxito I/II

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    Han surgido en nuestros días, un tipo en particular de libros y artículos que creo firmemente que pueden considerarse los más idiotas que ha conocido la humanidad. Son más descabellados que la novela de caballerías más absurda, más aburridos que el más soporífero panfleto religioso. Con la agravante de que las novelas de caballerías trataban del ideal del caballero andante, los panfletos religiosos de la religión, pero estos no tratan de nada. Tratan de lo que llaman triunfar. En cada quiosco y en cada revista, encuentras obras que le explican a la gente como triunfar en lo qué sea. Están escritos por gente que ni siguiera triunfa en escribir un libro. Para empezar, no existe, por supuesto, el éxito. O, por así  decirlo, no hay nada que no lo sea. Decir que algo es un éxito sencillamente es decir que existe. El millonario es un éxito siendo un millonario y un asno siendo un asno. Cualquier persona viva triunfa en la empresa de seguir viviendo, y cualquier muerto ...