He aquí uno de los textos de Chesterton que más me gusta, se trata de la conclusión de su librito “Lo que está mal en el mundo” la cual he titulado para propósito de esta entrada “ Con el pelo rojo de una niña” es sencillamente genial. "Hace un tiempo algunos médicos y otras personas a las que la ley moderna autorizó a dictar normas a sus conciudadanos menos elegantes emitieron una orden que decía que había que cortar el pelo muy corto de las niñas pequeñas. Me refiero, naturalmente, a aquellas niñas pequeñas cuyos padres fueran pobres. Muchas costumbres antihigiénica son habituales entre las niñas ricas, pero pasará mucho tiempo antes que los médicos se metan con ellas. Ahora bien, la cuestión que provocó esta interferencia concreta fue que los pobres se encuentran tan presionados desde arriba, en submundos de miseria tan apestosos y sofocantes, que no se les debe permitir tener pelo, pues en su caso significa tener piojos. En consecuencia, los médicos sugieren suprimir el pe
El único propósito de este capítulo es mostrar que la filosofía tomista se acerca más a la mentalidad del hombre de calle, que la mayoría de las filosofías… El hombre vulgar se niega a admitir que Hegel pueda existir y no existir al mismo tiempo, o que pueda entender a Hegel cuando no existe ningún Hegel a quien entender. Ha esto me referí cuando dije que la filosofía moderna empieza por una piedra de tropiezo y escándalo. No es ciertamente esgarrado decir que hay, al parecer, un giro redondo y una total inversión cuando se dice que los contrarios no son incompatibles o que una cosa puede “ser” inteligible y no “ser” (existir) en modo alguno. Contra todas estas posturas la filosofía de santo Tomás se levanta sólida y firme, fundada en la convicción común y universal de que los huevos son huevos. El hegeliano puede decir que un huevo es en realidad una gallina ya que es parte de un proceso sin fin de “devenir” ; el berkeliano puede decir que el huevo frito sólo existe en
La señora Bésant hace poco tiempo anunció en un interesante ensayo, que en el mundo sólo existía una religión, que todos los credos son versiones o desfiguraciones de ella y que se hallaba dispuesta a decir cuál era esa religión. Según la señora Bésant, esa iglesia universal simplemente es el "yo" universal. Es la doctrina según la cual todos somos realmente una sola persona; que no hay un muro individual entre hombre y hombre. Si puedo expresarlo así, la señora Bésant no nos dice que amemos a nuestros vecinos; nos dice que seamos nuestros vecinos. Esta es la meditada y sugestiva descripción que la señora Bésant nos hace de la religión según la cual todos los hombres deben hallarse en armonía. Y nunca en mi vida había oído una sugerencia con la que me hallara en más violento desacuerdo. Quiero amar a mi vecino no porque él sea yo sino precisamente porque él no es yo. Quiero amar al mundo no como se ama a un espejo porque es uno mismo sino como se ama a una mujer porq
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