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Mostrando las entradas de noviembre, 2010

Jesús & Siddhartha

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     Esto es una deuda adquirida no recuerdo por cual razón, lo cierto es que había prometido escribir algo. En primer lugar decir que hay una cantidad enorme de libros comparativos acerca de Jesús y Siddhartha con unas profundas reflexiones muy provechosas. Yo entonces, iré en dirección contraria y expondré sólo cosas que están a simple vista, aunque a lo mejor por estar a la vista no se ven. Las diferencias entre Jesús y Siddhartha  no se venden mucho, siendo lo más importante porque es lo más fundamental de cada uno, semejanzas las hay pero no las mencionaré, ya hay libros que hablan que los 2 tenían compasión [1] , seguidores y dos pies.     Podríamos empezar  por cosas tan tontas como esta, varios libros titulan “Jesús y Buda”, creo que en todo caso sería mejor  “Jesús y Siddhartha” o “Cristo y Buda [2] ” es decir, nombres contra nombres o títulos contra títulos, pero no nombres contra títulos. Eso demuestra (aunque es algo tonto) la capacidad de comparar del autor.  Pero para ah

Soliloquios

Razón: No me parece justificable tu rubor, como si estas conversaciones tuviesen otro fin.  Se llaman «Soliloquios», y con este nombre quiero designarlas, porque hablamos a solas. Nombre tal vez nuevo y duro, pero muy propio para significar lo que estamos haciendo. Pues siendo el mejor método de investigación de la verdad el de las preguntas y respuestas, apenas se halla uno que no se ruborice al ser vencido en una discusión, y casi siempre sucede que conclusiones ya llevadas casi al término, se desechan por el apasionado griterío de la terquedad, y quedan heridos los ánimos, disimulada o abiertamente; por eso, con plena calma y tranquilidad, me plugo investigar la verdad con la ayuda de Dios, preguntándome y respondiéndome a mí mismo; no hay lugar, pues, a rubores, si en alguna parte, por concesiones temerarias, te has visto forzado a volver atrás, en busca de mejores soluciones, pues no hay otro medio de salir de aquí. San Agustín cap VII, 14

El cántico de los tres jóvenes

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    Una tarde de Navidad, el gran poeta y diplomático francés Paul Claudel acude a la Catedral de Nôtre  Dame de Paris, con el simple deseo de contemplar algo estéticamente bello. Apoyado en una de las  columnas, oye cantar el Magnificat y, de pronto, se siente inmerso en un ámbito de luz y belleza,  que le sumerge en el misterio y da, en un instante, una nueva perspectiva a su mente y a su corazón.  Es el inicio de una vida de convertido.     En esta perspectiva, y a la luz del Cántico de los tres Jóvenes (Dan 3, 52-90), intentaré descifrar  algo de esta experiencia de Paul Claudel y de tantos otros que, alguna vez, han escuchado un canto  religioso y se han visto transportados a un lugar y a un tiempo interior en donde es posible  el  encuentro con Dios y con la verdad. Los tres jóvenes cantan en medio de las llamas. Han sido  condenados injustamente por el poder político y por una ley aparentemente religiosa, pero que invita  a adorar a otros dioses y no al Dios verdadero. Es un cá

Detrás de las redes sociales

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Tengo 2 teorías acerca de las ideas que están detrás de las redes sociales y en especial al Twitter.  La primera teoría es que comenzó aquí en Venezuela, para ser más especifico en Caracas. Desde hace algunos años hemos visto aparecer en la capital ciertos vehículos que tienen escrito en la parte trasera, mensajes que nos informan de cosas que no tienen el más mínimo interés. Cuando menos imaginaba aparecía un automóvil con  un mensaje como este: “Se graduó mi primita de primer nivel de preescolar”, “al fin ya soy alguien, me gradué [1] ”,  “Feliz cumpleaños Amor Celeste [2] ”  o “De Altamira a Petare” cosas sin la mayor importancia para el resto del mundo, a excepción de las personas involucradas en dichos mensajes, que no sé cómo pueden leerlo sin van dentro del mismo carro. Sin embargo, esa idea propagandística  no está del todo mal, sería muy bueno si colocaran chistes, adivinanzas, pensamientos, que nos entretengan en las infernales trancas o incluso se puede aceptar algo como “se

Los bramidos del buey

—“Maestro; ¿Cómo podemos saber qué es la verdad? Conozco a un hombre que duda de todo. —“Es imposible. No podéis conocer a un hombre así. Un hombre que dudase de todo tendría que dudar también de que duda de todo. Tendría que dudar hasta de su propia existencia, lo que no le permitiría dudar... Y tendría que admitir que su vida es una constante contradicción, porque du­dando de que existan alimentos, comería; dudando de que exista el sueño, dormi­ría... La postura del escéptico total es completamente absurda. Por eso, tales es­cépticos no existen en realidad. Hay, desde luego, personas que pretenden que es imposible conocer la verdad, pero es por­que reconocer que la verdad existe les llevaría a sentirse obligados moralmente. Poncio Pilato preguntó: «¿qué es la ver­dad?» Decía no saberlo, pero, acto se­guido, condenó a muerte a un Hombre cuya inocencia él mismo había proclamado...    Fray Tomas de Aquino