Democracia y capitalismo

Cada día esta más claro para los que  nos agarramos a  ideas y dogmas en decadencia, y defendemos las ideas agonizantes del medioevo, que pronto nos quedaremos solos en la defensa del más deteriorado de estos antiguos dogmas: la idea llamada democracia. Se ha tardado una generación, más o menos mi generación, en arrastrarla de la cima de su éxito, su supuesto éxito, al lodo de su fracaso, su supuesto fracaso. A finales del siglo diecinueve, millones de hombres aceptaron la democracia sin saber la razón. Parece que, finalizando el siglo veinte, millones hombres la rechazarán sin conocer tampoco el motivo. De una manera así de lógica, recta y sin vacilaciones, avanza la mente del ser humano por el gran sendero del progreso.

En cualquier caso, en este momento la democracia esta siendo atacada y, lo que es más, atacada injustamente. La gente crítica el sufragio universal solo porque no es tan culta como para criticar el pecado original. Hay un examen muy sencillo para determinar si un problema social es causado por el pecado original. Consiste en hacer lo qué no están haciendo ninguno de estos críticos modernos: plantear algún merito moral para los sistemas políticos alternativos. La esencia de la democracia es muy simple  y, como escribió Jefferson, evidente. Si diez hombres naufragasen juntos en una isla desierta, su comunidad la compondrían ellos, su bienestar la razón de estar juntos, y en circunstancias generales la voluntad colectiva sería la ley. ¿ Si por su carácter no están capacitados para autogobernarse, quien de ellos puede decir que, por su forma de ser, debe gobernar a los demás?

Decir que gobernará el más listo o el más valiente es eludir la cuestión. Si emplean sus capacidades a favor del colectivo, destilando agua o planeando expediciones, están al servicio de los demás. Que serian, en este sentido, sus gobernantes. Si emplean sus capacidades contra los demás, robando el ron o envenenando el agua potable ¿Por qué debería el resto tolerarlo? ¿Hasta que punto es probable que lo hagan? En un ejemplo tan sencillo, todo el mundo ve el fundamento popular del sistema, y las ventajas del gobierno por consenso. El problema con la democracia es que, en la época actual, raramente surge un caso así. En otras palabras, el problema con la democracia no reside en ella. Reside en ciertas cosas, artificiales y antidemocráticas, que, de hecho, han surgido en el mundo moderno para frustrar y destruir la democracia.

La modernidad no es democracia. La maquinaria industrial no es democracia. Dejar todo en manos del comercio y el mercado no es democracia. El capitalismo no es democracia. Esta más bien en contra de la democracia por su sustancia y sus tendencias. Por definición la plutocracia no es democracia. Pero todas estas cosas modernas se abrieron camino en el mundo al mismo tiempo, o poco después, que los grandes idealistas como Rosseau y Jefferson estudiaban el ideal de la democracia. Puede defenderse que el ideal democrático era demasiado optimista como para triunfar. Lo qué no se puede mantener es que lo que fracasó es el mismo que las cosas que triunfaron. Una cosa es que un tonto se pierda en el bosque y se lo coman las fieras, otra que el tonto sobreviva en el bosque como una fiera más. En la práctica, la democracia lo tiene todo en contra y de hecho puede decirse que, en la teoría, también hay algo contra ella. Podría decirse que la naturaleza humana esta contra ella. De hecho, es seguro que el mundo moderno lo está. La sociedad  científica y trabajadora del  último siglo ha sido un lugar mucho más inadecuado para cualquier experimento de autogobierno de lo que lo habrían sido las antiguas condiciones de vida en el campo o incluso la vida de los nómadas. La vida en las mansiones feudales no era democrática, pero se podía haber convertido en democrática más fácilmente. La vida de los campesinos de épocas posteriores, en Francia o en Suiza, podría haberse convertido muy fácilmente en democrática. Lo que es horrorosamente difícil es convertir el moderno capitalismo industrial en democrático.

Por eso la gente empieza a decir que el ideal democrático no está vigente en el mundo moderno. Estoy totalmente de acuerdo. Pero me quedo con el ideal democrático, que  es al menos un ideal y por lo tanto una idea, antes que con que el mundo moderno, que no es más que la actualidad y por lo tanto ya es historia antigua. He notado que  los lunáticos,  o con mejor educación idealistas, ya se están apresurando en abandonar este ideal.  Un pacifista famoso, con quien yo discutí cuando era un radical en los periódicos radicales y que más tarde se  ha convertido en un republicano modelo de la nueva republica, el otro día se tomó muchas molestias para poder decir que la voz del pueblo es, en términos generales, la voz de Satanás. A decir verdad, estos liberables nunca tuvieron mucha fe en el gobierno por el pueblo como no la tuvieron en nada que fuese de la gente como las tabernas o las quinielas de Dublín. No creían en la democracia que invocaban contra los reyes y los sacerdotes. Yo si y sigo creyendo en ella. Pero prefiero invocarla contra pedantes y maniáticos. Aún creo que sería el gobierno más humano si pudiese ponerse en práctica en otra época menos inhumana.


Por desgracia, las ideas humanitarias han sido el signo distintivo de una época inhumana. Con esto no me refiero a la simple crueldad. Me refiero a la situación en que hasta la crueldad ha dejado de ser humana. Cuando el rico, en lugar de ahorcar a seis o siete de sus enemigos porque los odia, simplemente arruina y mata de hambre a seis o siete mil personas a las que no odia al no haberlas visto nunca. La única razón es que viven al otro lado del mundo. Me refiero a la situación en la que el lacayo o cortesano de un hombre rico en vez de entretenerse mezclando un nuevo y original veneno para los Medici o labrando una daga exquisita para los objetivos políticos de los Medici, se aburre en una fabrica haciendo un determinado tipo de tornillo, que encaja en una lamina que no ha visto, que sirve para montar una pistola que nunca verá. Qué se disparará durante un combate del cual nunca tendrá noticia, y sobre cuyas circunstancias concretas sabe todavía menos de lo que sabía el canalla renacentista sobre los fines  del veneno y la daga. En resumen, que el problema del capitalismo es que es indirecto. Todo se retuerce hasta las cosas que deberían ser rectas. Y en este, el sistema más indirecto de todos, intentamos aplicar la idea más directa que existe. La democracia, una idea simple hasta la medula, ha sido aplicada inútilmente a una sociedad compleja hasta la locura. No es sorprendente que una idea tan visionaria se haya desvanecido de nuestro entorno. A mí me gusta la idea, pero tiene que haber de todo en este mundo. Y de hecho hay personas, que  pasean tranquilas bajo la luz del sol, a las que parece gustar el entorno.

G.K. Chesterton

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