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Mostrando las entradas de enero, 2011

La mentira del éxito II/II

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    Cogiendo un ejemplar de una revista de amplia circulación, me encuentro con un ejemplo raro y divertido. Es un artículo titulado “El instinto que enriquece a la gente”, en su primera página hay un retrato enorme de Lord Rothschild. Hay muchos métodos concretos, honrados y fraudulentos, de amasar una fortuna. El único instinto que conozco que haga esto, es el instinto que la teología cristiana llama, con tanta ordinariez, “el pecado de avaricia” Lo que, por supuesto, queda al margen de la cuestión que nos  ocupa. Citaré un párrafo, una muestra exquisita del típico consejo sobre la manera de triunfar.  Es tan práctico que apenas deja lugar a la duda sobre cuál debe ser el siguiente paso. El apellido Vanderbilt es sinónimo de riqueza amasada por empresas modernas. Cornelio, el fundador del clan, fue el primer gran magnate americano del comercio. Empezó en la vida como el hijo de un granjero pobre, terminó siendo veinte veces millonario.  Suyo era el instinto de ganar dinero. Atrapó a

La mentira del éxito I/II

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    Han surgido en nuestros días, un tipo en particular de libros y artículos que creo firmemente que pueden considerarse los más idiotas que ha conocido la humanidad. Son más descabellados que la novela de caballerías más absurda, más aburridos que el más soporífero panfleto religioso. Con la agravante de que las novelas de caballerías trataban del ideal del caballero andante, los panfletos religiosos de la religión, pero estos no tratan de nada. Tratan de lo que llaman triunfar. En cada quiosco y en cada revista, encuentras obras que le explican a la gente como triunfar en lo qué sea. Están escritos por gente que ni siguiera triunfa en escribir un libro. Para empezar, no existe, por supuesto, el éxito. O, por así  decirlo, no hay nada que no lo sea. Decir que algo es un éxito sencillamente es decir que existe. El millonario es un éxito siendo un millonario y un asno siendo un asno. Cualquier persona viva triunfa en la empresa de seguir viviendo, y cualquier muerto puede decirse que h

Democracia y capitalismo

Cada día esta más claro para los que  nos agarramos a  ideas y dogmas en decadencia, y defendemos las ideas agonizantes del medioevo, que pronto nos quedaremos solos en la defensa del más deteriorado de estos antiguos dogmas: la idea llamada democracia. Se ha tardado una generación, más o menos mi generación, en arrastrarla de la cima de su éxito, su supuesto éxito, al lodo de su fracaso, su supuesto fracaso. A finales del siglo diecinueve, millones de hombres aceptaron la democracia sin saber la razón. Parece que, finalizando el siglo veinte, millones hombres la rechazarán sin conocer tampoco el motivo. De una manera así de lógica, recta y sin vacilaciones, avanza la mente del ser humano por el gran sendero del progreso. En cualquier caso, en este momento la democracia esta siendo atacada y, lo que es más, atacada injustamente. La gente crítica el sufragio universal solo porque no es tan culta como para criticar el pecado original. Hay un examen muy sencillo para determinar si un pro